miércoles, 24 de septiembre de 2014

Mi derecho al pataleo

Si una cosa me gusta de la educación en este país es que son, en general, más respetuosos en España, donde, por lo que yo he experimentado, todo se hace en plan borreguil, todos usan el mismo libro, todos los mismos trabajos… Aquí, como ya os he contado en alguna ocasión, cada niño es diferente, por lo que no hay libros y cada uno hace el trabajo más apropiado teniendo en cuenta su nivel y su madurez. No dudo que eso lleva tiempo, y para ello, los maestros en UK trabajan más horas que en España, unas 6h y media con niños (paran una hora para comer, e imagino que también harán un descanso para un café a media mañana) y una buena parte de la tarde para preparar actividades. Esto quiere decir que, los días que no tienen reunión,  que no dudo que también tendrán, no se van a su casa cuando mandan a los niños a casa, sino que, obligatoriamente, tienen que quedarse en el colegio otras mínimo dos horas y media, hasta las 6 de la tarde.
Los profesores dan actividades extraescolares además, bien en la hora de la comida (que los niños tienen un descanso de alrededor de una hora para comer y hacer la actividad pertinente, voluntaria, si les apetece), o bien, después del horario escolar, una horita más o menos. Imparten clases de ajedrez, les enseñan juegos variados, hacen drama, baile, futbol, básquet… lo que mejor se les dé, imagino.
Esta comparación no es una crítica, bueno, sí, una crítica a todos esos profesores que me he encontrado por el camino que desconectan al salir del cole hasta el día siguiente, que intentan hacer las menos horas posibles, a esos que te dicen que te pongas tu a lidiar con 30 niños de 5 o de 6 años, a esos que preparar una clase lo entienden como elegir que página del libro abrir, o que problemas mandarles a sus alumnos, a todos los que no saben individualizar y no son capaces de ver las necesidades de cada uno de ellos. Y muy en particular, a esos que se creen con derecho a tener más vacaciones o más tiempo libre que nadie, solo por estar trabajando con niños. Ser maestro es una profesión que se elige por vocación, no porque la carrera sea más o menos fácil o porque las vacaciones sean atractivas. Se elige porque quieres formar parte de la educación de generaciones futuras, porque quieres aportar tu granito de arena al desarrollo de esos pequeños, porque quieres mirar atrás un día y ver que entre tus alumnos hay profesionales de éxito, y que, en parte, tú has colaborado en que hayan llegado a alcanzarlo. Y no dudo que en ocasiones, muchas, les pondrán la cabeza como un bombo, y querrán salir huyendo, pero al que esto le pase a diario… que se busque otro trabajo. NOTA: si eres maestro y no te sientes identificado con estos puntos, es que la crítica no es hacia ti, así que no te ofendas, por favor. No pretendo generalizar, ni muchísimo menos, por eso la explicación de hacia quien va dirigida mi crítica. Profesionales buenos y malos los hay en todos los campos, y pienso que quien se ofende, generalmente, es porque sabe que algo hace mal, o que en algo puede mejorar. El que está satisfecho con su trabajo no suele ofenderse, porque sabe que lo está dando todo.
Total, que se puede decir que estoy muy contenta con el cambio que hemos hecho en cuestión educativa, pero, como no quiero que Jimena pierda su español, o mejor dicho, como quiero que siga avanzando en él, la he apuntado a las aulas ALCE (aulas de lengua y cultura española), promocionadas por el gobierno de España.
Cual sería mi sorpresa (o no) cuando anteayer, en la reunión de padres del aula me entero de que, además de la hora y media de clase, y de los deberes que el profesor considere oportuno ponerle (suerte que no es partidario…), tiene que hacer una hora y media de deberes online en el aula internacional. A cuadros me quedo… Vamos, hora y media delante de un ordenador, de una pantalla, de una caja tonta, que sabemos bien lo perjudiciales que son. Y luego nos sorprendemos de los estudios que dicen que los niños no saben jugar como antes, que ahora solo están con las consolas, los ordenadores y la tele… ¿no será porque lo fomentamos? En fin, que si bien, pensándolo en frio, no me sorprende en absoluto, si me quedo con las ganas de decir, o mejor dicho, no me quedo con ellas y lo digo claramente: así nos luce el pelo, así educamos, así preparamos para el futuro. Ole, ole y ole.
Y conste que, por un momento (o más de uno incluso) pensé sacarla de las clases… pero, como buena española, tragare y pasare por el aro. Lo llevo en la sangre.

Solo recordaros que este es mi blog en el que expreso mis opiniones personales que no tienen porqué ser compartidas por mis lectores, así que por favor, que nadie se ofenda por pensar o porque yo piense diferente, no pretendo crear polémica, sino plasmar libremente lo que me pasa por la cabeza.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

El final del verano... llegó

Bueno, pues después de cinco semanitas de vacaciones por tierras españolas, hemos regresado a casa, para encontrarnos con el shock de que nuestros vecinos y amigos, Ruchitha y Dheeraj, se han mudado!! Ay, ay, estoy que no me repongo del disgusto! Aun los veremos en el cole, y algunas tardes, porque no se han ido a la Conchinchina, pero de compartir jardín a tener que caminar 15 minutos largos… Menos mal que nos quedan Eva y familia aun cerquita… que se yo por cuanto tiempo!
En todo este tiempo, como siempre digo, han pasado cosas, muchas o pocas :) Y es que van dos meses y pico sin contar nada…
Antes de acabar el cole, Jimena cumplió 8 añazos. Celebramos una fiestuqui en casa, con una paellita en el jardín, y nos visitaron muchos amigos, hasta vino Carmen desde Londres! Dos días después, las niñas y yo embarcamos vía España. Fuimos en un avión de Iberia mega gigante, con pantalla individual donde podías elegir que ver entre dibujos, pelis, juegos… vamos, un sorpresón, porque yo iba cargadísima de opciones de entretenimiento y ni una me hizo falta.
En España hemos disfrutado mucho del solecito y el buen tiempo, de los amigos y de la familia, así que no podemos quejarnos. Hemos ido a la piscina, a la playa, al campo, a la ciudad… y hemos comido muchos helados, tomates del huerto, barbacoas y también guarrerías que no debiéramos, por supuesto.
Por mi parte, tengo que decir que lo mejor ha sido coincidir con amigos de la infancia y adolescencia (algunos que hacía casi una década que no veía) y disfrutar con ellos de nuestras adoradas fiestas de Gallegos. Ay, los amigos, esa gente maravillosa que vas seleccionando en el camino de tu vida que te hace todo más fácil…
En resumen, y porque se acaba el verano, y con la vuelta a casa el trabajo se me acumula y no puedo entretenerme en contar más, nos lo hemos pasado estupendamente. El verano que viene, más.