Desde principios del mes de Marzo la
amenaza del coronavirus comenzaba a tomar forma y a crecer por momentos, sobre
todo para los que, como nosotros, mirábamos a España. No me caracterizo por dar
mi opinión sobre temas políticos y no voy a empezar a hacerlo ahora, así que no
esperéis algo así si continuáis leyendo. Tampoco tengo intención en dilucidar quién
lo ha hecho mejor, si el gobierno español o el inglés, porque sinceramente me
trae al fresco. Lo único que me importa es que todos, los nuestros, los
vuestros, las familias, los amigos, los grandes, los pequeños, todos, salgamos
airosos de esta extraña situación.
Aquí, como ya sabéis, se venía cociendo
lo del cierre de los colegios desde que se cerraron en otros países. En el cole
donde trabajo lo comentábamos a todas horas, y cada uno tenía una idea, algunos
estaban bajo la impresión de que no cerraríamos, pero yo lo tenía claro, el
viernes 15 cerrábamos fijo, y había que prepararse. Lo que me pilló de
sorpresa, y no soy la única, es eso de quedarnos abiertos para los “key workers”.
Durante tres días barajamos listas de posibles key workers sin tener la más
remota idea de lo que el gobierno tenía pensado hacer, pero había que intentar
estar preparados. Desde aquel primer lunes post cierre, las cosas han cambiado
bastante. El número de asistentes disminuyó dramáticamente pero probablemente
vuelva a aumentar cuando terminen las vacaciones y algunos padres estén cerca
de perder la paciencia. Si el cole está abierto y yo soy key worker, para que
me lo voy a quedar en casa, ¡hala, pal cole! ¿Cómo nos afectará esto?
Aquel viernes nos fuimos a casa con un montón
de dudas, algunas de ellas se despejaron poco a poco y otras aún siguen ahí,
pero vamos tirando como podemos. Los niños se fueron con un portafolios con
trabajo para las siguientes dos semanas, hasta las vacaciones de Semana Santa,
pero en el fondo muchos sabíamos que aquello no iba a servir para nada. Seguiríamos
recomendando hacer repaso, escribir algunas líneas, practicar los spellings y
las times tables, leer y jugar, jugar mucho… Lamentablemente, la zona de la que
provienen muchos de nuestros estudiantes no es de las más favorecidas, y para
muchos de ellos, acceder a un ordenador, o incluso disponer de un adulto capaz
de dar soporte es mucho que desear, pero no pasaba nada, todos estábamos en el
mismo barco… ¿o no?
A medida que pasaron los días me di cuenta
de que si bien todos estábamos pasando por esto a la vez y las medidas de contención
eran las mismas (¿? Lo de respetarlas es otra cosa, claro, que imbéciles hay en
todas partes) para todos, no todos los colegios estaban afrontando la enseñanza
de la misma manera. Jimena (year 9) tiene deberes y trabajos enviados vía
diferentes plataformas digitales que la tienen atada a la silla y al ordenador cada
día más allá de la jornada escolar. Ha necesitado imprimir, comprar blocs de
notas, descargar aplicaciones, escanear documentos etc, y yo me pregunto, ¿cómo
es esto justo? Nuestros ordenadores –los que nos conocéis sabéis que no somos
muy pro-tecnología en esta casa- son viejos viejísimos, y la impresora poco más
o menos, así que estamos muy limitados, pero nos esforzamos como podemos, pero ¿y
quien ni siquiera disponga de un ordenador? Probablemente la mayoría de los
estudiantes de secundaria tengan un móvil sí, pero, ¿se pueden hacer los
trabajos en el móvil? No sé, entiendo que no es una situación fácil, y que
tratamos de salir adelante como podemos, pero se están dando por supuesto
demasiadas cosas… Además, ¿cómo es posible que un profesor pretenda que el
alumno pueda avanzar temario sin ningún tipo de explicación alguna por su
parte? Hombre, algunos niños, y en algunas materias, pueden, pero no todos, ¡sino
seria evidente que el puesto de trabajo del profesor es completamente
innecesario!
No sé, no sé, y esto sí que me preocupa…No
me preocupa que no se avance temario, más bien al contrario, que el profesor
vaya tirando, a rastras, de un pequeño porcentaje de alumnos que terminaran
aprendiendo con lagunas y probablemente afiancen los conocimientos de manera
ineficiente ¡e incluso conocimientos equivocados! Claro está que a algunos
padres les interesa tener a los niños entretenidos y sin molestar, porque ellos
tienen que seguir trabajando… ¡qué situación ésta!
Lo mire por donde lo mire, con el coronavirus perdemos todos, pero mientras
no perdamos la salud, la esperanza ni la alegría, estoy segura de que algo
positivo sacaremos.