domingo, 19 de abril de 2020

Maestra y madre en tiempos de coronavirus


Desde principios del mes de Marzo la amenaza del coronavirus comenzaba a tomar forma y a crecer por momentos, sobre todo para los que, como nosotros, mirábamos a España. No me caracterizo por dar mi opinión sobre temas políticos y no voy a empezar a hacerlo ahora, así que no esperéis algo así si continuáis leyendo. Tampoco tengo intención en dilucidar quién lo ha hecho mejor, si el gobierno español o el inglés, porque sinceramente me trae al fresco. Lo único que me importa es que todos, los nuestros, los vuestros, las familias, los amigos, los grandes, los pequeños, todos, salgamos airosos de esta extraña situación.
Aquí, como ya sabéis, se venía cociendo lo del cierre de los colegios desde que se cerraron en otros países. En el cole donde trabajo lo comentábamos a todas horas, y cada uno tenía una idea, algunos estaban bajo la impresión de que no cerraríamos, pero yo lo tenía claro, el viernes 15 cerrábamos fijo, y había que prepararse. Lo que me pilló de sorpresa, y no soy la única, es eso de quedarnos abiertos para los “key workers”. Durante tres días barajamos listas de posibles key workers sin tener la más remota idea de lo que el gobierno tenía pensado hacer, pero había que intentar estar preparados. Desde aquel primer lunes post cierre, las cosas han cambiado bastante. El número de asistentes disminuyó dramáticamente pero probablemente vuelva a aumentar cuando terminen las vacaciones y algunos padres estén cerca de perder la paciencia. Si el cole está abierto y yo soy key worker, para que me lo voy a quedar en casa, ¡hala, pal cole! ¿Cómo nos afectará esto?
Aquel viernes nos fuimos a casa con un montón de dudas, algunas de ellas se despejaron poco a poco y otras aún siguen ahí, pero vamos tirando como podemos. Los niños se fueron con un portafolios con trabajo para las siguientes dos semanas, hasta las vacaciones de Semana Santa, pero en el fondo muchos sabíamos que aquello no iba a servir para nada. Seguiríamos recomendando hacer repaso, escribir algunas líneas, practicar los spellings y las times tables, leer y jugar, jugar mucho… Lamentablemente, la zona de la que provienen muchos de nuestros estudiantes no es de las más favorecidas, y para muchos de ellos, acceder a un ordenador, o incluso disponer de un adulto capaz de dar soporte es mucho que desear, pero no pasaba nada, todos estábamos en el mismo barco… ¿o no?
A medida que pasaron los días me di cuenta de que si bien todos estábamos pasando por esto a la vez y las medidas de contención eran las mismas (¿? Lo de respetarlas es otra cosa, claro, que imbéciles hay en todas partes) para todos, no todos los colegios estaban afrontando la enseñanza de la misma manera. Jimena (year 9) tiene deberes y trabajos enviados vía diferentes plataformas digitales que la tienen atada a la silla y al ordenador cada día más allá de la jornada escolar. Ha necesitado imprimir, comprar blocs de notas, descargar aplicaciones, escanear documentos etc, y yo me pregunto, ¿cómo es esto justo? Nuestros ordenadores –los que nos conocéis sabéis que no somos muy pro-tecnología en esta casa- son viejos viejísimos, y la impresora poco más o menos, así que estamos muy limitados, pero nos esforzamos como podemos, pero ¿y quien ni siquiera disponga de un ordenador? Probablemente la mayoría de los estudiantes de secundaria tengan un móvil sí, pero, ¿se pueden hacer los trabajos en el móvil? No sé, entiendo que no es una situación fácil, y que tratamos de salir adelante como podemos, pero se están dando por supuesto demasiadas cosas… Además, ¿cómo es posible que un profesor pretenda que el alumno pueda avanzar temario sin ningún tipo de explicación alguna por su parte? Hombre, algunos niños, y en algunas materias, pueden, pero no todos, ¡sino seria evidente que el puesto de trabajo del profesor es completamente innecesario!
No sé, no sé, y esto sí que me preocupa…No me preocupa que no se avance temario, más bien al contrario, que el profesor vaya tirando, a rastras, de un pequeño porcentaje de alumnos que terminaran aprendiendo con lagunas y probablemente afiancen los conocimientos de manera ineficiente ¡e incluso conocimientos equivocados! Claro está que a algunos padres les interesa tener a los niños entretenidos y sin molestar, porque ellos tienen que seguir trabajando… ¡qué situación ésta!
Lo mire por donde lo mire, con el coronavirus perdemos todos, pero mientras no perdamos la salud, la esperanza ni la alegría, estoy segura de que algo positivo sacaremos.