Hace muchos años que deje
de llevar reloj. Bueno, en realidad no recuerdo haberlo llevado nunca, pero
seguramente si que lo hice.
El caso es que, al hacer
todos los días el mismo camino, tanto en Santander cuando iba a llevar a las niñas
al cole como aquí cuando llevo a Aldara a la nursery, son las cosas o las
personas que me encuentro y en el lugar donde me las encuentro las que me
orientan sobre si voy bien o mal de tiempo. En Santander me cruzaba con un autobús
escolar justo en el cruce de nuestra calle, cuando no estaba era o bien porque íbamos
pronto, o que íbamos tarde, y generalmente era esto ultimo. Aquí me encuentro,
al salir del puente que cruza la vía del tren, una furgoneta de transporte de
abuelitos, y pasada la tienda me encuentro con una childminder que viene de
dejar a sus cargos en el cole y solo le queda una pequeña que va en carrito. Un
poco más adelante me encuentro con una señora, madre de 4, que viene de vuelta
de dejar a dos de sus hijos y camina empujando el carrito de sus peques,
mellizos. Siempre nos apartamos para dejarla pasar porque no cabemos a la vez,
y nos da las gracias. Aldara también se ha dado cuenta y cuando la ve a lo
lejos me dice, mira, ahí esta la señora que nos da las gracias. Si algún día no
la vemos también me lo recuerda.
No me había dado cuenta,
pero después de dejar a Aldara quizá presto menos atención a lo que me encuentro,
pero, claro, hay otra gente que va al revés que yo, va a trabajar, y ellos si
se fijan. Esta mañana me he cruzado con una habitual pero en un lugar en donde
normalmente no nos cruzamos, que suele ser como a mitad del camino. Me ha
mirado, me ha saludado y me ha dicho, voy a apresurarme, porque me temo que hoy
llego tarde.
Veo que no soy la única
en usar este particular reloj…
2 comentarios:
No, si al final va a estar tu ciudad contigo, como Königsberg con el filósofo Kant.... :P
Claro, tu date cuenta que todo el mundo vive pegado a un reloj y a una rutina... todos hacen lo mismo a la misma hora todos los dias...
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